ACUERDO DE LIBRE COMERCIO UE-AFRICA La sociedad civil africana se rebela


FANNY PIGEAUD
Viento, Sur,1ro de diciembre de 2014
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Tras 12 años de batalla, la Comisión europea obligó a los países africanos a firmar un acuerdo de libre comercio muy desfavorable para ellos. En los diferentes países, organizaciones de la sociedad civil se movilizan para pedir a sus parlamentos nacionales que rechacen su ratificación.
La noticia ha pasado desapercibida en Europa; sin embargo, el comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht, debió celebrar ese día. El 16 de octubre, cinco países de África del Este firmaron con la Unión europea (UE) un acuerdo de colaboración económica (APE). Algunos meses antes fue toda África del Oeste y varios Estados de África Austral los que dijeron sí a la UE. Un logro a la medida de los esfuerzos desplegados por la Comisión Europea que luchó durante 12 años para obligar a aceptar este acuerdo de libre comercio. Salvo que ... ¡quizás no se haya terminado del todo!
En África, organizaciones de la sociedad civil se están movilizando desde hacer varias semanas para exigir a sus parlamentos que rechacen la ratificación de estos APE, último paso antes de ponerlos en práctica. Empresarios, ONGs, personalidades políticos, economistas, comunidades campesinas: son muchos quienes se han sentido consternados por la firma de los APE. “Traición”, “suicidio”, “matanza”, “error histórico” se oye en África del Oeste. Para quienes han seguido la historia de los APE desde el inicio, no hay nada sorprendente: a lo largo del proceso de negociación entre Europa y los países africanos hubo fuertes tensiones.
Al principio, se trataba de sustituir la Convención de Lomé y los Acuerdos de Cotonou. Desde 1975, estos últimos permitían que algunos productos de países del ACP (África, Caribe, Pacífico) entraran sin tasas en Europa al tener en cuenta las diferencias de desarrollo entre las dos zonas. Pero como al no ser recíprocos y ser discriminatorios fueron considerados como no ajustados a las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En 2002, La Comisión Europea propuso firmar nuevos acuerdos con seis bloques (África Oriental, África Austral, África del Oeste, África Central, región del Caribe y la región del Pacífico). La idea principal de estos APE, que van mucho más allá de las demandas de la OMC, se pueden resumir en una frase: “Se permite al 100% de vuestros productos entrar sin ninguna tasa aduanera en Europa y ustedes hacen lo mismo para al menos, el 80% de los nuestros.” Enseguida, las regiones del Caribe y del Pacífico aceptaron el acuerdo. El resto estuvo mucho tiempo lejos de adherirse. Incluso, África Central, excepto Camerún, se resistía todavía. Y con razón: todos los estudios indican que la apertura del mercado a los productos europeos va a tumbar las muy vulnerables economías africanas. “Los productos europeos, muy subvencionados, van a desestabilizar nuestra agricultura y provocar una disminución de los precios” recordó en agostoRoppa, una plataforma que reúne las principales organizaciones campesinas de África del Oeste. La Cámara de los Comunes británica había dicho lo mismo en un informe publicado en 2005. Quien dice reducción de precios, dice empobrecimiento del campesinado y también “un éxodo rural masivo que se traducirá en falta de oportunidades , en emigración ilegal hacia Europa, previene la Roppa. El panorama corre el riesgo de ser igual para el tejido industrial: también él se va a encontrar con la competencia de los productos venidos de Europa, más competitivos.
En julio, el presidente de una organización empresarial de Camerún Protais Ayangma, explicó a sus conciudadanos que la APE iba a desestructurar la industria de sus países, ya débil de por sí, y “destruir los empleos, que van a trasladarse hacia los países del Norte, reduciéndonos al estatus de consumidores.”
Otro importante motivo de inquietud: la reducción de los ingresos aduaneros que implica la apertura de los mercados. “Después de la supresión de los ingresos fiscales aduaneros que a veces representan el 40% de los recursos presupuestarios de los estados, los APE van a colaborar ampliamente y quizás definitivamente al desarme de los Estados”, estimó en 2008 la parlamentaria y hoy ministra de Justicia, Christiane Taubira,en un informe encargado por Nicolas Sarkozy. Estas pérdidas financieras no se compensarán con las exportaciones hacia la UE formadas principalmente por productos del sector primario: los APE concebidos por la UE prohíben el aumento de las tasas a la exportación.
La UE tiene algunos compromisos de financiación para ayudar a que sus socios se adapten a este nuevo contexto pero se consideran ampliamente insuficientes y contraproducentes. “Rechazamos esta política de la mano tendida. Nuestro futuro no dependerá de la ayuda asistencial sino de la posibilidad que tengan nuestros pueblos de crear ellos mismos riqueza y de vivir juntos sobre la tierra en paz y con dignidad”, se indigna en Senegal, una Coalición nacional contra los APE. La clausula de la “Nación más favorecida” (NPF) figura también entre los numerosos puntos juzgados como escandalosos por la parte africana: impone a los ACP la obligación de extender a Europa las ventajas comerciales más favorables que acuerden con otro posible gran socio comercial... Los APE firmados por África del Oeste “confinan aún más la región a suministradora de materias primas y de cliente de los productos (…) europeos subvencionados” resume la Roppa.
Alassane Ouattara ha usado toda su influencia para doblegar África del Oeste
A través de los APE, se observa la voluntad de Europa de contrarrestar a otras grandes potencias como China, cada vez más presente en el continente africano y que, según todas las previsiones, va a ser la próxima región de crecimiento del planeta. Además, es la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea y no la Dirección General de Desarrollo, la que ha gestionado de principio a fin el dossier APE. Así que no es extraño que nadie crea en la sinceridad de la Comisión Europea cuando afirma que los APE van a asegurar a África “prosperidad” y “crecimiento”. “No hay ninguna apertura de mercados que haya llevado al crecimiento” destaca Taubira. A lo largo de los últimos meses, ha revisado, a demanda de varios estados europeos (Francia, Dinamarca, Gran Bretaña, Irlanda y los Países Bajos), alguna de sus exigencias: ha aceptado rebajar por debajo del 80% el nivel de liberalización exigido a África del Oeste. Le ha dado 20 años más para abrir progresivamente su mercado hasta el 75%. Pero todavía es mucho en relación con lo que querían los países africanos: al inicio del proceso, habían previsto que no podían ir más allá del 60% bajo riesgo de convertirse claramente en perdedores. Sobre todo, “las cifras avanzadas hoy no se corresponden con la realidad. La apertura hasta el 75% de la que se habla, se apoya en datos de 2002-2004. Si se actualizan, se ve que en realidad, vamos a liberalizar nuestro mercado hasta el 82%”, destaca Cheikh Tidiane Dieye, miembro del Comité regional de negociaciones del APE África del Oeste y responsable de la ONG Enda-Cacid, en Dakar.
Entonces, ¿por qué finalmente, la mayoría de los países africanos se han adherido a los APE? Una primer elemento de respuesta: los negociadores no han estado siempre a la altura. La sociedad civil de África Central les ha reprochado de “falta de determinación en la defensa de los intereses “ de los africanos. Un antiguo director del banco central de Nigeria, Chukwuma Soludo, se preguntaba en 2012: ¿Los países africanos tienen capacidad de negociar un APE beneficioso para ellos cuando varios de sus consejeros y consultores son europeos?”
Un segundo elemento: la llegada al poder de ciertos jefes de Estado, en particular, la de Alassane Ouattara en Costa de Marfil en 2011. Antiguo miembro del FMI, muy favorable a los mercados, sin duda también en deuda con la UE por la ayuda que le prestó para acceder a la presidencia, ha usado toda su influencia para doblegar África del Oeste. Macky Sall, elegido en 2012 en Senegal, también se mostró favorable a los APE al contrario que su predecesor, Abdoulaye Wade, que denunciaba una“recolonización del continente” y pedía “un acuerdo que tuviera debidamente en cuenta la asimetría entre las economías africanas y las europeas.” En Camerún, lo hicieron mejor que en ninguna otra parte: impidieron durante 12 años cualquier intento de debate público sobre las APE, amenazando a los periodistas con represalias en caso necesario.
Y fue a hurtadillas, el 9 de julio, cuando el parlamento dominado por el partido del presidente Paul Biya, dio su conformidad para la ratificación del APE. La Acdic, la única ONG camerunesa que se interesó de cerca en estos acuerdos, habló en esta ocasión de “complot contra los intereses del pueblo camerunés”.
El tercer elemento de la respuesta es que las multinacionales instaladas en el continente y que exportan hacia Europa han ejercido un lobby intenso. Son ellas las que por ahora tienen más interés en que el nivel de las barreras aduaneras europeo sea bajo. Las empresas hortícolas implantadas en Kenia insistieron especialmente ante las autoridades de Nairobi para que firmaran un APE, amenazando con abandonar el país. “Llegaron a adelantar cifras falsas , ampliando las pérdidas que sufrirían en caso de que el APE no se firmara”, explica Jacques Berthelot, economista especializado en políticas agrícolas y miembro de la asociación Solidaridad.
En África del Oeste y en Camerún, han sido los productores franceses de plátanos los que ejercieron presión. La Compañía frutícola, radicada en Marsella y que tiene plantaciones plataneras en Camerún, en Ghana, en Costa de Marfil, según varios observadores, tuvo un papel determinante. El caso de Camerún es muy significativo: cuando el país firmó en 2007 un APE, el principal negociador de la parte camerunesa era a la vez ministro de Comercio y presidente del Consejo de administración de … ¡la filial camerunesa de la Compañía frutícola! La más alta autoridad del estado podría estar involucrada en este conflicto de intereses. Pero la APE solo resolverá a corto plazo los problemas del plátano francés, afirma Jacques Berthelot: otros acuerdos de libre comercio están firmándose entre la UE y los estados latinoamericanos y asiáticos, grandes productores de plátanos. Frente a productores muy competitivos, los plátanos de la Compañía frutícola no podrán competir, incluso si hoy se beneficia de subvenciones europeas para “adaptarse” a esta competencia.
La parte europea ha hecho chantaje
Por último, y como cuarto elemento de la respuesta: la Comisión europea ha ejercido numerosas formas de presión. En 2007, un colectivo de ONGs, la Plataforma de agentes no estatales de África Central (Paneac) le acusó de “bloquear las negociaciones a nivel de expertos para recurrir a instancias políticas” utilizando métodos “paternalistas y humillantes”. En la misma época, los ministros de Comercio de África del Oeste “deploraron las presiones ejercidas por la Comisión Europea para dividir la región y comprometer el proceso de integración regional”. Frente a las reticencias de los bloques regionales, la Comisión cambió de estrategia sobre la marcha e inició negociaciones bilaterales. Así logró romper la solidaridad regional: Camerún rompió la solidaridad con África Central (ocho países) en 2007, al firmar un a APE “temporal”. Ghana y Costa de Marfil hicieron lo mismo contra la opinión del resto de África del Oeste (dieciséis países). La maniobra europea estaba bien pensada: no todos los países tienen el mismo grado de desarrollo y algunos tienen menos que perder que otros con un APE. De esta forma, los “países menos avanzados” (PMA) mayoritarios son los más interesados en no firmar un APE dado que ya se benefician de una acuerdo de acceso libre de impuestos y de cuotas al mercado europeo en el marco de la iniciativa “Todo menos las armas”. A la inversa, los países de”ingresos bajos o medio inferiores” (Camerún, Costa de Marfil, Ghana y Kenia) si se adhieren a los APE van a tener que pagar derechos de entrada: van a incorporarse al Sistema general de preferencias (SGP) que ofrece a los productos de los países en vías de desarrollo tarifas especiales pero menos interesantes que un APE.
La parte europea también hizo chantaje. Lanzó a sus interlocutores varios ultimátum. El último les amenazaba con suprimir inmediatamente los Acuerdos de Cotonou si no se sometían antes del 1 de octubre de 2014. De ese modo, lograron que una gran parte del continente cediera. La presión y el temor a que se rompieran los grupos regionales eran demasiado fuertes: para que los plátanos de de Ghana y Costa de Marfil pudieran seguir entrando en Europa sin costes, capituló toda África del Oeste. África del Este se rompió un poco más tarde, a mediados de octubre, cuando la UE hizo realidad su amenaza con grandes pérdidas para los horticultores. La región se comprometió a abrir su mercado al 82% a partir de enero de 2015 hasta 2033.
Sin embargo la Comisión Europea no ganó totalmente: aún es necesario que los parlamentos nacionales ratifiquen los APE. Ibrahima Coulibaly, presidente de la Coordinadora nacional de organizaciones campesinas de Mali (Cnop) no se hace ilusiones: “Sabemos que nuestros parlamentos están ahí para entretener a la galería. Hay poco que esperar de su parte”. Pero en Senegal, hay parlamentarios que ya han anunciado que votarán en contra. Uno de ellos, Cheikhou Oumar Sy, declaró recientemente: “Me niego a participar en esta traición. Me niego a participar en la condena a muerte del futuro de nuestras pequeñas y medianas empresas (…). Me niego a participar en una reconquista colonial de África del Oeste a través de acuerdos suicidas”. Y añadió: El APE de África del Oeste solo beneficia a los intereses de un puñado de países y de agentes congénitamente ligados a los intereses europeos y especialmente, franceses.”
Nigeria, que representa más de la mitad del PIB de África del Oeste, podría derribar el edificio construido por la UE. Sabiendo que con un APE solo le toca perder, sin estar convencida y sin duda para ganar tiempo, ha unido su firma a la de sus vecinos. “Nigeria ha dicho que ella no puede aceptar los APE y no se le quiere escuchar: no es justo. No se puede imponer a los otros acuerdos concebidos para resolver los problemas de dos países, Costa de Marfil y Ghana” comenta Cheikh Tidiane Dieye. Este último junto a otros, se ha propuesto sensibilizar a la opinión pública del Oeste de África: “Vamos a demostrar apoyándonos en argumentos que estos APE son un camino equivocado. Y que antes de comprometernos con semejantes acuerdos , debemos construir buenas políticas agrícolas e industriales regionales.” La coalición nacional contra los APE que se constituyó en Senegal hace algunas semanas podría salir a la calle para hacerse oír.
El futuro de los APE se juega también en Europa: en el parlamento europeo y en los de cada país que deben dar su consentimiento antes de la ratificación por el Consejo europeo. Todavía queda una incógnita: el impacto de las movilizaciones anti APE. Por el momento la movilización es débil: las grandes ONGs se preocupan más por el Tratado de Libre Comercio Trasatlántico (TAFTA). “Sin embargo, se trata del mismo combate contra los acuerdos de libre comercio”, destaca Jacques Berthelot. El TAFTA tendrá además consecuencias negativas para los países ACP, más aún si estos aplican los APE Acaba de lanzarse una petición para pedir a los diputados europeos que no ratifiquen los APE, lamentando que la Comisión Europea haya “rechazado examinar todas las opciones alternativas propuestas por la sociedad civil que habrían permitido mantener las ventajas comerciales acordadas con los países africanos sin obligarles a liberalizar sus mercados”. Dos antiguos periodistas especializados en Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, Jean Ziegler et Olivier de Schutter, el escritorPierre Rhabi, el sociólogo Jean Baubérot o el economista Jacques Généreux, José Bové, Eva Joly, son algunos de los primeros firmantes .
20/11/2014
http://www.mediapart.fr/journal/int...
Traducción VIENTO SUR

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