Pakistan:Las secuelas del cambio climático para las mujeres del campo


Tahir Hasnain
Viento Sur,  5 de noviembre de 2013
  

Entre los países más afectados por el cambio climático, Pakistán es el más vulnerable porque ha experimentado ya los efectos de un intenso cambio climático en todos sus ecosistemas, como los glaciares, la alta montaña, las selvas tropicales, las riberas fluviales, los desiertos y los hábitats costeros. Debido a ello, y a la vista de los crecientes problemas sociales, ambientales y económicos que azotan el país, el cambio climático es motivo de serias preocupaciones en los últimos tiempos.

El cambio climático afecta por igual a ambos sexos y son las mujeres las que han de soportar una carga desproporcionada de las consecuencias de la alteración del clima. En efecto, las mujeres están más próximas a la naturaleza que los hombres y poseen tradicionalmente una profunda experiencia y un gran conocimiento del medio natural. Las mujeres de las comunidades rurales constituyen la espina dorsal de la producción agrícola y desempeñan un papel significativo en la gestión de los recursos naturales en virtud de su función social y económica, que les exige aportar alimentos, combustible, forrajes e ingresos derivados de los recursos del entorno. De ahí que las mujeres del campo soporten la mayor parte de la carga cuando se materializan los efectos del cambio climático en los recursos naturales o se produce una catástrofe natural (inundaciones, ciclones, sequías). Por ejemplo, cuando sucede una inundación y resultan dañadas las infraestructuras (carreteras y viviendas), mucha gente se desplaza de las zonas inundadas y gran parte del trabajo del traslado recae en las mujeres.

Los factores que agravan la vulnerabilidad de las mujeres del campo al cambio climático son los siguientes: discriminación de las mujeres por motivos de género; relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres, inclusive en el acceso a los bienes y recursos; violencia y desigualdad en el hogar. Además, las mujeres sufren bajos niveles de educación, falta de acceso a ciertos equipamientos sanitarios y una fuerte desigualdad de género. Por eso las mujeres del campo, debido a los mencionados factores preexistentes, carecen de capacidad de adaptación a los efectos del cambio climático pese al hecho de que son ellas quienes han de soportar una parte desproporcionada de la carga.

En el Día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre), Naciones Unidas destacó el importante papel que desempeñan las mujeres en la respuesta al cambio climático. La Secretaria Ejecutiva del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Christiana Figueres, habló en una reunión celebrada en Corea de los retos a que se enfrentan las mujeres del campo debido a la alteración del clima. Dijo que “el cambio climático agrava los problemas a que se enfrentan las mujeres rurales, debido a que las desigualdades sociales y económicas hacen que los efectos del clima afecten más a las mujeres”. Y añadió que “al mismo tiempo, las mujeres desempeñan una función crucial en la lucha contra el cambio climático porque a menudo mantienen un enfoque más directo de la sostenibilidad y cuentan con un valioso conjunto de habilidades y conocimientos en sus comunidades locales”.

De acuerdo con los estudios de campo llevados a cabo por Shirkat Gah (ONG y centro de recursos de las mujeres) en el distrito de Shaheed Benazirabad (Nawabshah) en 2011, en el distrito de Swat in 2012 y últimamente en las zonas costeras del distrito de Thatta, la comunidad local señaló que la alteración de las pautas tradicionales del tiempo meteorológico y el cambio climático afectan más a las mujeres del campo que a los hombres. Los estudios revelaron vulnerabilidades de las mujeres rurales al cambio climático a escala local, con referencia a recursos que entran en el ámbito de sus funciones (gestión de recursos como el agua, combustibles y forrajes, ganado, agricultura y alimentos). Aparte de esto, las variaciones de los sistemas de cosecha y de las tecnologías agrícolas y el uso frecuente de pesticidas y fertilizantes sintéticos han aumentado la vulnerabilidad de las mujeres. Los estudios de Shirkat Gah han demostrado sobradamente la relación entre las mujeres del campo y la naturaleza y el modo en que las alteraciones del clima afectan a la vida de las mujeres, al sustento de las familias y al empoderamiento de las mujeres.

Las mujeres del campo trabajan de 12 a 15 horas al día, desde la madrugada hasta la medianoche. En función del lugar, sus actividades domésticas incluyen el cuidado de los hijos, los mayores y los miembros discapacitados de la familia; la preparación de los alimentos y su conservación; la limpieza de la casa y el lavado de la ropa; las labores de costura, tejeduría y bordado; la elaboración de colchas y mantas, etc. Sus actividades de mantenimiento de la familia en el exterior abarcan el transporte de agua potable; la recogida de leña para el fuego y de forraje para los animales, etc. Sus actividades agrarias engloban la cría de ganado, el ordeño, la siega del forraje, la conservación de semillas, la cosecha, la recogida de algodón, el almacenamiento de los productos, los trabajos posteriores a la cosecha, etc.

Hace 30 años, las mujeres estaban bastante más sanas y la rutina cotidiana era más llevadera, contaban con una dieta nutritiva y gozaban más de la vida. Ahora, las mujeres suelen estar débiles, relativamente desnutridas y aquejadas de muchos problemas de salud. Al trabajar, normalmente se cansan muy pronto, pero siguen trabajando debido a las presiones añadidas del hogar o de la sociedad. Con el paso del tiempo, las mujeres han perdido el control sobre los recursos naturales. Debido al cambio del clima han disminuido la fertilidad de las tierras y la productividad de la agricultura; muchos cultivos han sido abandonados y se han alterado las pautas de cultivo, aparte del fuerte aumento del uso de pesticidas y fertilizantes químicos. Al mismo tiempo se ha reducido la cubierta forestal y la actividad pesquera está totalmente trastornada. A resultas de todos estos cambios, la carga de trabajo y las penalidades han aumentado mucho para las mujeres.

Estas tienen actualmente menos tiempo para las relaciones sociales debido a que han de trabajar durante más horas a causa de los imperativos económicos. Su bienestar emocional se ha reducido debido al aumento del estrés, la ansiedad y las frustraciones. A raíz de ello también aumentan las disputas familiares, pues las mujeres discuten sobre los problemas económicos con los hombres y estos, a su vez, suelen ponerse furiosos y ejercen la violencia contra ellas. Estas disputas han dado lugar a un aumento de los divorcios y las causas judiciales. Las respuestas comunitarias revelan que debido al cambio climático y al aumento de las presiones económicas, las mujeres sufren muchas penalidades. He aquí algunos aspectos importantes de esta situación:

• El aumento de las temperaturas y las presiones económicas han reforzado el poder de los hombres sobre las mujeres y ocasionan frecuentes actos de violencia contra ellas (maltratos físicos), imponiendo restricciones sociales indebidas e incluso cometiendo violaciones y secuestros.

• Hace 30 años, las mujeres solían ir a por agua a fuentes cercanas a su domicilio. Ahora tienen que ir a menudo mucho más lejos a por ella. En regiones costeras no es posible almacenar el agua durante mucho tiempo porque desarrolla un mal sabor al cabo de algunas horas y las mujeres tienen que ir de nuevo a buscar agua fresca.

• Hace 30 años, la recogida de leña y su uso en el hogar no era un problema. Ahora, las mujeres tienen que recorrer largas distancias (les lleva de 5 a 6 horas traer leña suficiente para tan solo dos días). Esto conlleva muchos riesgos para la salud y la vida, pues son frecuentes los ataques de víboras y escorpiones, los cortes causados por el uso del hacha y los rasguños. Algunas plantas son venenosas y en ocasiones los meros rasguños pueden causar incapacidad permanente. Se dice que el humo de la leña de ciertas plantas de Sindh provoca insuficiencia respiratoria, es decir, asma.

• Hace 30 años, las mujeres de las comunidades pesqueras del litoral también se dedicaban a pescar, pero actualmente ya no reciben su parte debido a la implantación de la pesca de altura y la extinción de peces y cangrejos de río. Ha desaparecido la “pesca familiar”.

• Hace 30 años, las mujeres de las comunidades rurales participaban en actividades agrícolas cerca del hogar. Actualmente, la mayoría de las pequeñas comunidades agrarias han abandonado las actividades agrícolas y las mujeres, debido a las necesidades económicas, trabajan de jornaleras en las localidades vecinas durante 4 a 5 horas al día. También les pagan menos que a los hombres. Ya no existe la “agricultura familiar”.

• El aumento de las premuras económicas ha forzado asimismo a las mujeres a asumir una labor comercial no tradicional, como la confección de colchas, la elaboración y venta de paan o gutka y la gestión de pequeñas tiendas en sus aldeas. Para las colchas, las mujeres suelen trabajar durante la noche.

• Hace 30 años, las catástrofes naturales eran menores y poco frecuentes. Actualmente, las comunidades locales se enfrentan a frecuentes lluvias torrenciales, vientos huracanados, ciclones e inundaciones. A resultas de ello también han aumentado las penalidades para las mujeres, pues han de ocuparse de proteger a los niños y los mayores, los enseres domésticos y las instalaciones, los alimentos, la leña, etc., además de reparar los elementos dañados de la casa.

• Debido a la limitación de la actividad agrícola y ganadera, las mujeres sufren nuevos problemas en materia de alimentación, y su vulnerabilidad ha aumentado porque son las últimas en alimentarse en el seno de la familia. También se ven más afectadas por la contaminación del agua potable.

• Al ocuparse del cuidado de los miembros de la familia, las mujeres también han visto aumentar sus tareas debido a que los problemas de salud son ahora más frecuentes y prolongados.

• Debido a la creciente pobreza, las mujeres también se enfrentan ahora a problemas matrimoniales. Actualmente, la mayoría de casamientos son forzados. Las familias y la novia no pueden elegir y no les queda otra opción que aceptar lo que se les ofrece. También se ha documentado el aumento de los casamientos en edad temprana.

• En caso de tener que emigrar a causa de catástrofes climáticas, las mujeres sufren más problemas debido a su aislamiento con respecto a otros miembros de la familia.

Las mujeres rurales no son meras víctimas indefensas del cambio climático, sino que también poseen conocimientos y experiencias útiles que pueden servir efectivamente para mitigar las consecuencias del cambio climático y desarrollar estrategias para afrontarlas y adaptarse a ellas. Por tanto, la problemática de las mujeres ha de integrarse en la política climática para ofrecer una respuesta integral. Las mujeres han de poder participar en la toma de decisiones, pues son más vulnerables al cambio climático que los hombres.

29/10/2013

http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article30181

Traducción: VIENTO SUR

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