RESPALDO DE LULA A LA REFORMA DE DILMA

Política y Democracia


 Mientras el movimiento de protestas parece lejos de detenerse, el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva celebró ayer el plan de convocar a un plebiscito para impulsar una reforma política. A su vez, destacó la sensibilidad de la mandataria Dilma Rousseff para proponer la participación directa de la población en el llamado popular. “La presidenta mostró una extraordinaria sensibilidad al proponer la convocatoria a un plebiscito sobre una reforma política”, señaló quien fuera presidente entre 2003 y 2010. “La iniciativa tiene el mérito de romper la impasse en esta cuestión decisiva, que hace décadas entra y sale de la agenda nacional, sin lograr cambios significativos. Oyendo al pueblo, nuestro sistema político podrá renovarse y perfeccionarse. Es lo que se espera”, añadió. 

Lula, al igual que Rousseff, líder del Partido de los Trabajadores (PT), respondió con ese mensaje a una nota publicada ayer por el diario Folha de Sao Paulo, donde se asegura que el ex mandatario criticó la manera en que la presidenta planteó, inicialmente, la idea de convocar a una Asamblea Constituyente para llevar adelante una reforma política.

 El gobierno lanzó esta semana esa idea, pero luego la descartó por falta de tiempo y se inclinó por reclamar al Congreso que convoque a un plebiscito en respuesta a las movilizaciones callejeras, las mayores de las últimas dos décadas en Brasil. Rousseff ya consiguió el apoyo de la base aliada del gobierno y su objetivo es sumar ahora a sectores de la oposición.

 Los partidos opositores acusan a Rousseff de desviar la atención con el plebiscito. “La calle quiere respuestas para la salud, educación, transporte”, dijo el líder socialdemócrata en la Cámara de Diputados, Carlos Sampaio. Rousseff –cuya coalición tiene mayoría aplastante en el Congreso, pero es poco fiel a los designios del gobierno– cosechó el jueves el apoyo al plebiscito de los partidos aliados. El Congreso consiguió impedir la convocatoria de una Asamblea Constituyente, inicialmente pretendida por Rousseff, y no quiere perder el poder de definir la reforma, ni su protagonismo ante una opinión pública que lo considera como una de las instituciones menos confiables, y denuncia en las calles a los políticos y la corrupción. La Cámara de Diputados y el Senado aprobaron en la semana un paquete de medidas en respuesta a las protestas, como destinar la entrega de regalías del petróleo a educación y salud, incentivos para reducir el precio del transporte y el aumento de penas por corrupción.

 “No hice ninguna crítica ni en público ni en privado a la actuación de la presidenta Dilma Rousseff en los recientes episodios”, afirmó Lula. El ex presidente estudiaba ya en 2006 la idea de convocar a una Asamblea Constituyente, pero nunca concretó el proyecto. La reforma política, que adoptaría nuevas reglas para la financiación de campañas electorales, definiendo un nuevo sistema de votación y combatiendo las prácticas corruptas, es una de las demandas de las masivas movilizaciones que sacuden Brasil desde hace dos semanas, en plena disputa de la Copa Confederaciones de fútbol. Lula se reunió estos días con líderes de movimientos sociales y también con jóvenes, para dialogar sobre las protestas, que estallaron después del aumento de la tarifa del transporte público a inicios de junio.

 Por su parte, Rousseff se reunió ayer con jóvenes a los que prometió una plataforma virtual para comunicarse con el gobierno, cerrando una semana de intensos encuentros para impulsar un plebiscito que lleve a una reforma política, cuya propuesta pretende enviar al Congreso el martes. El encuentro se produce momentos en que la ola de protestas parece lejos de detenerse. Varias carreteras fueron bloqueadas por protestas ayer, cerca de Belo Horizonte (sureste), de Brasilia y en el estado de Maranhao (norte), entre otros. Pequeñas manifestaciones se realizaron en San Pablo, Campinas, Santos, Natal, Río y otras ciudades.

 Este domingo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro está prevista una gran manifestación durante la final de la Copa Confederaciones que jugarán Brasil y España. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, dijo que las protestas no son un problema que concierna a la organización. “Yo entiendo estos disturbios sociales, pero por otro lado el fútbol trae esperanza, hemos visto las reacciones del gabinete gubernamental, han prometido hacer los cambios, pero no es problema nuestro, de eso no nos ocupamos”, manifestó Blatter, al tiempo que pidió confianza en el gobierno. El secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, dijo esperar que el movimiento que tiene lugar en las calles no continúe hasta el Mundial 2014.

 La inesperada irrupción de los manifestantes en las calles obligó al gobierno federal y a los estaduales y municipales a actuar con rapidez. El gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, anunció el jueves que para financiar la revocación del aumento de las tarifas del transporte venderá su helicóptero, 1044 automóviles de funcionarios y eliminará unos 2000 cargos actualmente vacantes. En Río, el gobernador Sergio Cabral recibió a habitantes de las favelas Rocinha y Vidigal que protestaron frente a su casa.

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